ESI en la escuela, taller literario para prevenir y erradicar hostigamiento escolar
Los alumnos de 6° y 7° leyeron y escucharon cuentos que buscan romper estereotipos y roles implementados desde lo social, con el objetivo de mejorar la convivencia.
Uno de los relatos fue la Bella Durmiente, versión no autorizada escrito por la Profesora Cecilia Solá. Aquí lo transcribimos:
La Bella Durmiente Versión no autorizada
- de Cecilia Solá -
Cuentan los que saben las historias prohibidas, que hace mucho, mucho tiempo,en un lejano país, un rey y una reina tuvieron una linda bebé, a la que llamaron Aurora, porque nació a las 6.05 de la mañana, justo cuando salía el sol.
El rey y la reina estaban muy contentos con su hijita. Ya se la imaginaban probándose coronitas de oro y peinándose con peines de plata, o probándose zapatitos de cristal,comprados en el mejor shopping de la comarca.
Pero Aurora no parecía muy interesada en todo eso. Desde chiquita demostró gran personalidad, y le gustaba pasar el tiempo leyendo los documentos en el despacho de su papá el rey, asistiendo a las reuniones con los ministros y recorriendo el reino , no en un carruaje descapotable, tirado por blancos caballos, sino montando una sabia y resistente mula, que nunca perdía el rumbo.
Como los reyes no tuvieron hijos varones, los consejeros del reino decidieron que Aurora debía casarse lo más pronto posible, para que su esposo gobernara después de morir el rey.Pero la princesa no estuvo de acuerdo. Con mucha educación, les explico que ella había asistido a todas las reuniones de gabinete, desde que tenía seis años, que había leído todos los libros y documentos que enseñaban a gobernar, y que no había ninguna necesidad de casarse con un desconocido, por príncipe que fuera, porque ella podía gobernar perfectamente el reino cuando fuera necesario.
A los ministros no les hizo ninguna gracia la idea de que una mujer diera órdenes, pero no dijeron nada en voz alta, porque el rey y la reina parecían no tener problemas en que Aurora reinara después de ellos.
Lo que hicieron fue empezar a esparcir rumores, notas en los diarios y en las revistas de toda la comarca,y relatos cantados por trovadores, a los que ellos pagaron, hablando de una antigua maldición lanzada por una malvada bruja que odiaba a la familia real, y mientras tanto, compraron un poderoso somnífero que virtieron en la copa de Aurora, el día de su cumpleaños.
El pueblo, que había escuchado y leído toda la campaña mediática sobre la maldición, estaba convencido de que solo el beso de un príncipe gallardo y valiente podía salvar a la princesa, y por eso, nadie se opuso cuando el hijo del rey de un país vecino se presentó, montando un blanco corcel y usando una carísima y elegante armadura de plata que lo hacía transpirar muchísimo, pero le quedaba re bien, y dijo que él despertaría a la princesa, se casarían y serían felices para siempre.
Esa misma noche, el príncipe trepó por el balcón del palacio y entró al cuarto donde dormía Aurora. Le costó un poco trepar, porque la armadura era bastante pesada, pero al fin lo logró, y sin derramar ni una gotita del frasco con el antídoto para el somnífero, que le habían dado los tramposos ministros, con instrucciones muy claritas de hacérselo oler a Aurora y de inmediato darle el beso que debía despertarla.
El príncipe hizo todo lo que le dijeron, y la princesa abrió los ojos, todavía un poco confundida, y encima de bastante mal humor, porque, hay que decir la verdad, era un poco chinchuda cuando se despertaba.
¡Cómo se enojó la princesa cuando se encontró con un desconocido en su cuarto, y encima tratando de besarla sin su consentimiento, que quiere decir permiso! Inmediatamente dio unos fuertes gritos, y llamó a la Guardia Real, ordenándoles que detuvieran al intruso y lo encerraran en un calabozo. El príncipe, que esperaba que ella estuviera agradecida y le sonriera dulcemente, como le habían enseñado que debía ser, confesó de inmediato el plan de los ministros y mostró´el frasquito que le habían dado. Así se descubrió el complot, y los reyes, después de consultarlo con Aurora, dejaron que el príncipe volviera a su reino, después de hacerle entender que, por príncipe que fuera, no podía andar entrando a dormitorios ajenos, besando a las personas dormidas ni asumiendo que todas las princesas necesitan ser despertadas cuando están durmiendo.
Los ministros fueron a la cárcel por instigadores, y, cuando llegó el momento Aurora se convirtió en una sabia, fuerte y justa reina.
¿Si se casó? No sé, pero no es importante. Lo que si sé, es que esta historia salió en muy pocos libros, porque los ministros tenían muy buena relación con los escritores de cuentos, que eran la prensa de aquellos tiempos.
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